En su lugar, al sureste del arboreto, en un acto de recuerdo a Ramón, plantaremos acebos, para que todos los años, por Navidad, enciendan sus alegres bolas rojas.
Un plan que cuenta con el acuerdo de Chuchi y de Ramón, especialmente si hablamos de árboles, es con seguridad un buen plan. Va a permitirnos luchar contra la melancolía estéril y sombría. Le abrirá paso a la luz que potencia el color de las flores y el aroma de la fruta.
Vamos a echarte de menos, Ramón, pero no te vamos a olvidar, porque plantando árboles y recogiendo castañas recordaremos la intensidad, la alegría y la autenticidad con que has vivido tu vida.
Siguiendo las instrucciones y los planes acordados con Ramón en el mes de diciembre, comenzamos el año trabajando en el arboreto.
Una magnífica noticia es que Chuchi quiere encargarse de cuidarlo.
Había que quitar los alisos de la entrada, porque tapaban la luz que necesita el membrillero, los avellanos, el níspero y algún castaño para florecer y dar fruta.